Nos hemos familiarizado tanto con ellas a la hora de comprar electrodomésticos que son un elemento más de los escaparates de las tiendas o los grandes almacenes: las etiquetas que identifican su consumo energético y nos indican su nivel de eficiencia. Recientes cambios en la normativa europea que regula este etiquetado introducirán ligeras variaciones que entrarán en funcionamiento a partir de 2020 por lo que no está de más saber qué identifican estas etiquetas y qué información podemos extraer de ella.
Es importante señalar que en la Unión Europea es de obligado cumplimiento para los electrodomésticos más habituales (neveras, televisores, lavadoras, lavavajillas, hornos, aires acondicionados...). En un primer momento la escala iba de la A a la G siendo la A el modelo más eficiente y la G el menor. Pero con el paso de los años se añadieron nuevas categorías (A+, A++, A+++) y se borró del mapa la F y la G. Pero esta clasificación volverá a cambiar: la Unión Europea ha modificado la legislación para que la escala vuelva a situarse de la A a la G debido a la posible confusión que podían generar los valores que iban del A al A+++.
Para los que no sepan qué mide exactamente cada letra, la última se suele tomar como la de mayor consumo -y, por tanto, menos eficiencia- y a partir de ahí se calcula cuánto gasta cada electrodoméstico. En la actualidad, y con la escala actual, este es su significado:
A+++: Consumo inferior al 25%
A++: Consumo menor al 30%
A+: Consumo entre el 30% y el 42%
A: Consumo entre el 42% y el 55%
B: Consumo entre el 55% y el 75%
C: Consumo entre el 75% y el 90%
D: Consumo entre el 90% y el 100%
Al estar regulado por una normativa europea, las etiquetas deben contener siempre la misma información para que así se pueda comparar de manera sencilla con otros electrodomésticos similares.
Encabezando esa etiqueta aparece el fabricante y el modelo y están siempre situados en la parte superior. Justo por debajo aparece la citada escala de consumo y, a su derecha, una flecha que indica el consumo de ese aparato específico. Justo por debajo un aviso con el consumo en kWh del producto que estamos consultando.
El mayor cambio con el nuevo etiquetado es que esta etiqueta cambiará en función del electrodoméstico incluyendo información sobre su capacidad en litros (lavadoras, lavavajillas o frigoríficos), el strong>ruido en decibelios que producen o el tamaño, como podría ser en el caso de los televisores.
En ocasiones, es posible que nos eche atrás la compra de un producto con mejor etiquetado energético porque en el momento de la compra el desembolso es mayor pero, a largo plazo, esa tendencia puede llegar a invertirse porque consumiremos menos electricidad y, por tanto, lo notaremos en la factura.
En un hogar medio, la nevera consume el 30% de la energía, la lavadora cerca del 12% y el lavavajillas un poco más del 6%. Según esta información publicada en su día por Endesa, el ahorro eligiendo electrodomésticos eficientes puede llegar a un ahorro de 52€ anuales en el consumo de la nevera, 32€ en el lavadora y 27€ el lavavajillas. Otros electrodomésticos cuyo uso supone una fuerte carga en el recibo de la luz son el televisor, con alrededor de un 10% del consumo total, o la vitrocerámica, que suele estar en torno al 8%.
Las tarifas de electricidad también pueden ser un complemento para ahorrar. Hay una gran variedad en el mercado, aspecto a tener en cuenta a la hora de calcular el consumo de los electrodomésticos. Hoy las tarifas pueden ajustarse a nuestra rutina, ofreciéndonos horas puntuales donde el precio de la luz es más barato. Si nos organizamos bien podemos poner a funcionar electrodomésticos como la lavadora o el lavavajillas en esas horas, ahorrando a final de mes.