El precio de la luz varía continuamente. Influye el tipo de mercado eléctrico, la demanda, los costes de generación o los impuestos y tasas. Sin embargo, si se conoce bien cómo y por qué evolucionan estos factores, es posible ahorrar en la factura.
Lo primero que hay que saber es el mercado eléctrico al que pertenecemos como cliente, algo que se puede averiguar consultando el contrato con la compañía eléctrica. En España existen dos mercados eléctricos, el mercado libre y el mercado regulado.
En el mercado libre es la empresa eléctrica con la que tenemos el contrato la que fija el precio del kWh. Cada comercializadora ofrece sus tarifas y los precios son diferentes. De esta manera, los consumidores pueden elegir aquella que más se ajusta a su modo de vida.
Por ejemplo, existen tarifas nocturnas, en las que el precio de la energía es menor durante la noche. Esta encaja más con aquellos hogares que pueden concentrar su gasto energético en esa franja horaria. El beneficio de elegir una tarifa fija es que se conoce en todo momento el precio de la energía.
Por su parte, en el mercado regulado, la tarifa energética es por horas. Esto ocurre porque el precio de la luz fluctúa continuamente, cada hora de cada día tiene un precio distinto. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ofrece el precio que tendrá el kWh cada hora del día siguiente.
Los clientes de este mercado están incluidos en las tarifas de Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor, conocidas como PVPC. De esta manera, pueden consultar con un día de antelación los precios de la luz y organizarse para concentrar el consumo en las horas valle, es decir, aquellas donde el precio es menor.
Llegados a este punto es importante saber qué factores se incluyen en el precio de la electricidad para poder ahorrar. En la factura se reflejan los costes de generación, es decir, el precio que pagamos por generar energía. Por ejemplo, en las renovables, el coste está en los equipos, su supervisión o mantenimiento. En cambio, cuando utilizamos una materia prima como el carbón o petróleo para su generación, dependemos del precio de este producto. Si sube el precio del petróleo, subirá el coste de generación del kWh y lo veremos reflejado.
Pero como no siempre es posible controlar la cantidad de energía que se produce (por ejemplo, los días nublados se produce menos energía solar), las empresas generadoras de energía también deciden, en previsión del consumo, producir más o menos energía según les pueda ser rentable o no. Es lo que se conoce como las variaciones en el proceso de generación.
Pero también hay variaciones en la demanda energética, pues el consumo energético varía a lo largo del día y del año. Por ejemplo, en verano solemos utilizar más el aire acondicionado, mientras que en invierno encendemos la calefacción.
Asimismo, las empresas comercializadoras tienen que aplicar ciertos gravámenes a sus precios, por lo que siempre pagaremos impuestos y tasas.
Teniendo en cuenta estos factores y atendiendo a la variación de la oferta y la demanda y cómo afecta al establecimiento de precio del kWh cada hora del día, sabemos que hay horas en las que apenas se consume energía, por lo que el precio es más bajo (horas valle).
Ahora bien, no siempre podemos concentrar nuestro consumo en las horas valle, por lo que debemos buscar una tarifa que se adapte a nuestras costumbres y ajustar el consumo, tal y como explican en el Blog de Bankia. También hay que tener en cuenta que podemos ahorrar ajustando la potencia, que es uno de los gastos fijos en nuestra factura.
Para dar con la solución, primero hay que conocer los principales tipos de tarifas. La tarifa fija es aquella en la que la comercializadora calcula un importe fijo al mes, independientemente de lo que consumas. Y en la tarifa plana, el precio del kWh es el mismo siempre, da igual la hora o el día.
Por su parte, en la tarifa de discriminación horaria, el precio del kWh es distinto dependiendo de la hora o del día. Si puedes ajustar tu consumo a determinados horarios, podrás ahorrar con esta tarifa. Luego está la tarifa nocturna, donde el precio del kWh es más económico por las noches; la tarifa verde, en la que la energía que consumes es de origen renovable y la tarifa completa, cuando el contrato incluye no solo el suministro de electricidad sino el de, por ejemplo, gas.
Muchas compañías piden permanencia y penalizan cuando cambias a otra, es importante comprobar las diferentes tarifas y ofertas de las comercializadoras y plantearse en qué mercado eléctrico se puede ahorrar más según los hábitos de consumo.