“La normativa española sobre propagación de incendios por fachada es deficiente y necesita una revisión ya que no distingue los medios de protección, según las tipologías de fachada, y la clasificación de reacción al fuego de productos y materiales es de las más permisivas”. Ésta es una de las conclusiones del documento técnico elaborado por diferentes expertos y coordinado desde la Comisión de Seguridad de Enginyers Industrials de Catalunya presentado recientemente en la sede de Enginyers.
Según los expertos, el fuego que sale a través de las ventanas constituye un peligro potencial para las plantas superiores del mismo edificio y también para los bloques adyacentes. “La normativa española en materia de seguridad contra incendios está bastante lejos de llegar a niveles de detalle y especificaciones de las de otros países europeos”, señaló Jordi Sans, presidente de la Comisión de Seguridad de Enginyers Industrials de Catalunya y director del estudio.
El documento técnico propone que los requisitos recogidos en el Código Técnico de la Edificación (CTE), relativos a las fachadas, se adapten a las diferentes tipologías de edificios, considerando especialmente la altura y la dificultad de evacuación o de acceso de los equipos de bomberos y pide a la Administración competente la creación de un grupo de trabajo para coordinar las modificaciones del marco normativo.
“El contacto permanente con el oxígeno del aire, el viento y la misma verticalidad de la superficie de la fachada son otros factores que favorecen la dinámica del fuego”, explicó Pilar Giraldo, doctora arquitecta y profesora asociada del Etsab, miembro del Departamento de Tecnología en la Arquitectura de la UPC e investigadora del Incafust. Giraldo señaló que las disposiciones recogidas en el CTE relativas al control de la propagación exterior del fuego “se perciben insuficientes, genéricas y poco flexibles”.
Según los autores del estudio, el riesgo de propagación de un incendio por el exterior se puede ver incrementado por los nuevos requerimientos de eficiencia energética en los edificios y, por tanto, de un mejor aislamiento térmico de las fachadas. El espesor requerido y el uso de materiales combustibles “supone un riesgo porque hay un aumento significativo de la carga de fuego en fachada y de la probabilidad que el fuego llegue al núcleo combustible y se propague”.
Para Héctor Carmona, jefe de la Unidad de Protección Civil del Servicio de Prevención, Extinción de Incendios y Salvamento del Ayuntamiento de Barcelona, “en el caso de la intervención, más que el tipo de fachada, lo que importa es el material del que está hecha. Los revestimientos son necesarios pero los hay que producen gases tóxicos y caída de gota”.
Necesidad de ensayos a escala real
El documento técnico señala que, en el ámbito europeo, el problema principal son los tipos de ensayos admitidos para que un producto o un sistema de fachada obtenga la certificación de clase de reacción al fuego. En estas pruebas, a pequeña y mediana escala, no se analiza la propagación -que es un parámetro fundamental para evaluar el riesgo de desarrollo de un incendio y de difusión de las llamas-, sino las condiciones relacionadas con la reacción y la resistencia al fuego.
Alberto Diego, ingeniero industrial responsable de Evaluación Técnica de Productos de Protección contra el fuego del ITEC, explicó que “materiales como el SATE con aislamiento EPS obtienen la clasificación B (baja combustibilidad) porque la exposición al fuego en los ensayos no se da en condiciones suficientemente representativas”. Diego defendió que la única manera fiable de evaluar si el comportamiento de un producto o un sistema en situación de incendio es satisfactorio es a través de métodos a escala real.