Ante la llegada del carnaval Kontsumobide, Instituto Vasco de Consumo, recomienda que aseguremos la diversión para lo cual es necesario que los disfraces que se utilicen sean lo más seguros posibles.
El hecho de que los disfraces, debido a su uso esporádico, estén fabricados con materiales menos duraderos, o con retazos de otras ropas, no debe ser motivo para relajar la vigilancia sobre la seguridad de los mismos.
En todo momento se debe optar por disfraces con materiales resistentes al fuego y que cumplan la normativa europea para lo cual hay que buscar el distintivo CE. Si se utilizan caretas o similares es preferible optar por aquellas que no cubren toda la cabeza y en todo caso hay que asegurarse de que tiene suficientes orificios para respirar. Siempre es imprescindible fijarse en la etiqueta para comprobar los materiales de fabricación y prevenir posibles alergias, rozamientos etc.
Los disfraces para personas menores de 14 años y mayores de 12 meses son considerados juguetes y deben ajustarse a unas exigencias más rígidas. Como norma hay que mirar la etiqueta con detenimiento y comprobar que el disfraz es el adecuado para la edad. Desde luego, que se han de buscar materiales lo más resistentes al fuego posible, evitar las partes pequeñas del disfraz, como perlas o lentejuelas, que pueden desprenderse y ser ingeridas y las cuerdas en capuchas o elementos en torno al cuello que puedan producir un ahogamiento involuntario.
En el caso de los maquillajes es absolutamente necesario comprobar la caducidad del mismo para prevenir reacciones y también en este caso la composición del mismo como una forma de evitar reacciones cutáneas incómodas. Tanto en maquillajes como tintes hay que cerciorase de que estos pueden ser limpiados con agua.
Kontsumobide recomienda acudir a establecimientos de cercanía y de confianza como una garantía adicional de seguridad. En caso de compras en línea, todas estas recomendaciones también deben ser observadas. En todo caso, en la compra en línea, existe un período de 14 días para desistir de la compra (siempre que no se haya utilizado, o abierto el disfraz) sin necesidad de alegar motivo alguno.