El desplome del euribor no solo va a lastrar las cuentas de resultados de los bancos, sino que se va a generar un nuevo frente judicial de consecuencias ahora impredecibles por las hipotecas del boom previo a la crisis. Distintos despachos de abogados y plataformas de defensa de los consumidores financieros están ya trabajando para captar clientes con los que iniciar otra batalla en los tribunales ante la negativa de las entidad de aplicar intereses negativos en los préstamos hipotecarios.
Según diferentes fuentes jurídicas, en los próximos meses se producirá, previsiblemente, una avalancha de demandas si los bancos no cambian su postura, aunque apuntan que lo primero que tienen que hacer los clientes es acudir a su entidad para reclamar sus derechos e intentar a través de la negociación alcanzar un acuerdo.
El indicador de gran parte de las hipotecas constituidas en nuestro país ha caído en picado en los últimos meses y se sitúa en el entorno del -0,379%. Cerrará agosto, previsiblemente, en el -0,36%, un nivel que permite a las hipotecas con un diferencial inferior a este porcentaje, no solo no pagar intereses, sino que el banco le pague de alguna forma. La fórmula ideal es la amortización de más capital en cada cuota.
En la recta final de la burbuja, entre los ejercicio 2006 y 2009, el sector bancario libró una batalla por ganar clientes a través de los préstamos para la adquisición de la vivienda al calor del boom del ladrillo y la existencia de unos tipos de interés oficial superiores al 4%, que colocaron al euribor por encima del 5%. Entonces, las entidades ajustaron al máximo la política de precios con la fijación de diferenciales muy bajos.
La mejor oferta de catálogo fue la lanzada en 2008 por Deutsche Bank con su hipoteca rompedora, con un precio de euribor + 0,17%. El resto de competidores tenía a disposición por entonces créditos con apenas unos diferenciales de entre el 0,18 y el 0,3%, que comenzaron a subir una vez estalló la crisis, como la antigua Caja Madrid, Banco Pastor, Bankinter, BBVA, etc.
Ahora, un decenio después, estos diferenciales están debajo de la cotización, lo que obliga a las entidades a abonar intereses por la financiación, un circunstancia que en el sector se considera "un sinsentido".
De hecho, hace tres años, cuando el euribor comenzó a dar señales de entrar en el terreno negativo, los bancos decidieron poner un suelo del 0% en los contratos nuevos, para evitar un situación como la que se está dando ahora en los préstamos antiguos. Con este sistema, los clientes que han contratado una hipoteca desde 2016 solo pueden beneficiarse de no abonar intereses en las cuotas, es decir, solo pagan por el capital pendiente.
Esta especie de cláusula suelo ha sido recogida en la reforma hipotecaria que ha entrado en vigor este mes de junio, una norma que protege a la banca de hundimientos del euribor.
Este indicador, si se cumplen las expectativas, continuará a la baja, debido a las próximas bajadas del precio oficial del dinero por parte del BCE, además del aumento de la tasa que esta institución cobra a las entidades por depositar el sobrante de liquidez, del 0,4% actual a un mínimo el 0,6 por ciento, con el objetivo de reactivar la economía.
Fuentes financieras destacan que no es lógico que a la banca le cueste dinero prestar, ya que su negocio se basa en obtener rendimientos por dar créditos, por lo que rechazan tener que pagar por las hipotecas del pasado, es decir, que se considera como una ley no escrita. "Nadie crea una empresa para dar pérdidas", recalcan.
Estas mismas fuentes sostienen, además, que el volumen de los usuarios que aún cuentan con préstamos con intereses tan bajos son pocas en este momento, ya que una parte de ellas, ya se ha amortizado, y que no todos los usuarios que contrataron en los últimos años del boom lo hicieron con condiciones tan ventajosas. Eso sí, reconocen que si el euribor sigue cayendo, habrá un volumen de créditos mucho más numeroso con diferenciales que serán inferiores al euribor.
Para poder reclamar lo importante es que el contrato de constitución no contenga ningún tipo de cláusula cero, indican fuentes jurídicas, porque es la base para llevar a cabo cualquier tipo de demanda.
Esta nueva problemática se produce en la antesala de que el Tribunal de la Unión Europea tome una decisión sobre la eventual abusividad de la banca sobre otro indicador de las hipotecas, el IRPH, que afecta a más de un millón de personas. Una sentencia en favor de los usuarios podría acarrear millones de euros al sector financiero. Según sus propios cálculos, en el peor de los escenarios la factura podría superar los 30.000 millones. Todo dependerá de la fecha que se marque a partir de la cual deberán devolver el dinero cobrado de más.
El 10 de septiembre el abogado de la UE informará de sus conclusiones y a principios de 2020, previsiblemente, se adoptará una decisión al respecto.
Los bancos, además, se están enfrentando aún a demandas en los tribunales por el caso de las cláusulas suelo hipotecarias, aunque la parte más relevante de las indemnizaciones se ha producido ya.