El spam se ha convertido en un término ampliamente conocido por todo el mundo. Pese a los esfuerzos de muchas grandes compañías por frenarlo, aún sigue siendo un gran problema que crece año tras año. Conocer mejor este fenómeno es vital para seguir luchando contra él.
Vivimos en una sociedad de consumo en la que la publicidad es el medio más efectivo que tienen la mayor parte de las empresas para hacernos llegar información de sus servicios o productos.
No obstante, no todos estos mensajes resultan de nuestro interés. El término mensaje basura o spam se ha incorporado a nuestro vocabulario en los últimos años para referirnos a aquellos mensajes no deseados, con remitente no conocido o incluso falso. Normalmente tienen un objetivo publicitario, y suelen ser enviados de forma masiva perjudicando de alguna forma a sus destinatarios.
El fenómeno del spam creció con el auge de Internet y, lo que en un principio surgió como el envío molesto pero tolerable de correos publicitarios, con el paso de los años se ha convertido en una amenaza.
¿Cuáles son sus riesgos?
El spam, o publicidad no deseada, afecta a cualquier tipo de comunicación: llamadas telefónicas, SMS, correos electrónicos, etc. Por ejemplo, según Kaspersky Lab, en el primer trimestre de 2019, la cantidad de spam alcanzó su punto máximo en marzo (56.3%). El porcentaje promedio de spam en el tráfico de correo electrónico del mundo fue del 56%, un 4% más que en el primer trimestre de 2018. A nivel global, un mensaje de spam resulta insignificante, pero millones de ellos cada día contribuyen a alimentar el ciclo de riesgos y amenazas:
Comunicaciones sobrecargadas. El spam satura los canales de comunicación, generando tráfico que debe ser gestionado por el proveedor de telecomunicaciones o por el propio usuario. Este fenómeno también sobrecarga las infraestructuras de red que lo reciben y procesan (servidores, routers, firewalls, etc.). Estos sistemas tienen que ser mantenidos por especialistas que dedican mucho tiempo a esta labor.
Pérdida de tiempo, invasión de la privacidad y descontento. Pese a los avances tecnológicos en los filtros antispam actuales, que han aliviado este fenómeno en gran medida, aún son muchos los mensajes no deseados que terminan llegando al usuario. Es el claro ejemplo del correo electrónico, donde estos filtros pueden afectar a comunicaciones legítimas, que pueden acabar en las “carpetas de spam” en el caso de ser etiquetados como basura incorrectamente.
En la práctica, esto significa que al final el usuario debe convertirse en un segundo filtro, dedicando tiempo a eliminar los mensajes de spam y a verificar que los que aparecen en la carpeta antispam no lo sean. Tener que discriminar manualmente los mensajes obliga a que finalmente el usuario se convierta en consumidor de ese spam que desde el principio desea evitar; o a arriesgarse a perder un correo electrónico importante por tener que eliminar una gran cantidad de correo no deseado.
Criminalización del spam. Con el tiempo, el factor publicitario oportunista original del spam ha ido evolucionando cada vez más hacia la criminalización profesionalizada, en forma de publicidad fraudulenta y engañosa. Los spammers se han vuelto realmente ingeniosos a la hora de crear “contenidos” motivadores para los usuarios, que sirven como un vehículo excepcional de otras amenazas como el phishing.
El riesgo ya no es solo que el usuario acceda a un determinado servicio atraído por un mensaje publicitario desleal, los servicios de spam son altamente demandados por los ciberdelincuentes, que los utilizan para distribuir malware, a menudo colocando enlaces a sitios infectados en un correo diseñado para atraer a los usuarios no concienciados.
¿Qué se necesita para combatir los mensajes no deseados?
Como hemos visto, el spam, además de resultar molesto, también puede llegar a vulnerar nuestra seguridad y privacidad. Para evitarlo, la Agencia Española de Protección de Datos nos propone una serie de pautas con las que minimizar la amenaza que supone esta publicidad no deseada:
Desvincúlate de las listas de correo. Si recibes publicidad o spam a través del correo electrónico u otras vías como mensajes SMS, a través de apps de mensajería instantánea o llamadas de teléfono, debes saber que existen medios con los que oponerte a recibir publicidad. Generalmente, los propios anunciantes incorporan enlaces o canales para pedir la desvinculación de su base de datos de envío de comunicaciones, por ejemplo, por medio de un enlace al final del correo electrónico con publicidad recibido.
Eso sí, recuerda revisar atentamente la letra pequeña para evitar que hagas clic donde no debes, y termines permitiendo el envío de publicidad a tu cuenta o siendo víctima de un intento de phishing.
Inscríbete a la lista Robinson. Es un registro de exclusión publicitaria que está gestionado por la Asociación Española de Economía Digital, y que permite restringir la publicidad no deseada inscribiendo los datos de los usuarios de forma gratuita y voluntaria.
La Lista Robinson debe ser consultada por quienes vayan a realizar una campaña publicitaria para excluir de la misma a las personas inscritas, y sus usuarios pueden restringir o limitar el canal a través del cual desean ser contactados (correo postal, llamadas telefónicas, correo electrónico u otro medio), aunque la inscripción puede tardar en hacerse efectiva hasta dos meses.
Haz valer tu consentimiento. Muchas ofertas, promociones, concursos o campañas de descuentos suelen esconder una aceptación más o menos encubierta de consentimiento para la captación de datos de carácter personal con fines publicitarios, o de cesión de datos a terceros.
Por suerte, puedes retirar tu consentimiento, ya sea dirigiéndote al responsable del tratamiento de tus datos o consultando la información en la propia web de la empresa.
En cualquier caso, si ya lo has dado y no deseas que traten tus datos con fines publicitarios puedes ejercer tu derecho de oposición y de cancelación (Derechos ARCO):
Derecho de Cancelación. Se trata del derecho que tienen los ciudadanos a solicitar al responsable del tratamiento la supresión inmediata de sus datos personales cuando dejan de ser necesarios para la finalidad para la que se recabaron. Para solicitarlo debes elevar la petición por escrito a través de un formulario.
Derecho de Oposición. Es el derecho a oponerte a que el responsable realice un tratamiento ilícito de tus datos personales o cuando se trata para fines de mercadotecnia directa, como la elaboración de perfiles de consumidor. Para solicitarlo, también será necesario realizarlo por medio de un formulario.
Pon una reclamación. Si tras reclamar a los anunciantes no estás satisfecho, Autocontrol (Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial) habilita un sistema gratuito de mediación voluntaria, al que se han adherido varias empresas de telecomunicaciones. Si a pasar de todo, continúas recibiendo publicidad no deseada, puedes presentar una reclamación en la Agencia Española de Protección de Datos.
Además, siempre puedes configurar filtros antispam a través de tu cliente de correo electrónico para minimizar la llegada de los mensajes basura.
Para finalizar, además de las medidas y consejos detallados a lo largo de este artículo, recuerda que nunca debes hacer clic en ningún enlace o archivo adjunto de un correo electrónico no solicitado o de dudosa fiabilidad. Lo mismo ocurre si utilizan otros canales como SMS o apps de mensajería instantánea y, en el caso de las llamadas telefónicas, ante la duda, no facilitar información personal.
Para cualquier consulta relacionada con la ciberseguridad, recuerda que tienes a tu disposición el teléfono gratuito y confidencial: 017. ¡Estar informados es nuestra mejor defensa!
¿Recibes cantidades inmensas de spam? ¿Te han engañado por culpa de alguno de estos mensajes? Comparte con el resto de los usuarios tu opinión y experiencias y mantente al día con las publicaciones de la OSI en materia de ciberseguridad para poder disfrutar de las ventajas de la tecnología.