Las tarjetas ‘revolving’ se pueden convertir en el próximo quebradero de cabeza de las entidades financieras. No sólo el Banco de España ha lanzado ya advertencias serias sobre estos productos, también algunos juzgados han empezado a fallar en favor de los consumidores. Así que, ante el temor de que la pesadilla de las cláusulas suelo pueda repetirse, el Ministerio de Economía ha decidido tomar cartas en el asunto.
Para ello ha puesto en marcha una modificación de la Orden sobre transparencia y protección del cliente de servicios bancarios en la que pone una serie de limitaciones extra a esta modalidad crediticia. ¿La más destacada? Que el límite del crédito concedido (el dinero disponible) no supere el 40% de los ingresos netos anuales del cliente. Además, el importe anual de las cuotas a pagar por el crédito tendrán que amortizar un 25% del préstamo.
Un cambio radical para una modalidad de tarjetas que tienen la trampa en sí misma. Se trata de ‘plásticos’ que ofrecen un crédito preconcedido y que vuelve a estar disponible a medida que se pagan las cuotas más los intereses. Una forma de financiar compras o lograr dinero rápido en donde se cobran unos intereses que, en ocasiones, llegan al 30%.
Economía apuesta también por obliga a los bancos a “evaluar” la capacidad del cliente para “cumplir” con las obligaciones derivadas del mismo, sobre la base de la información que pueda obtener “por los medios adecuados”. Así que para ‘perfilar’ al cliente se prevé que se solicite toda la documentación necesaria, se consulte el historial crediticio, se tenga en cuenta el nivel de ingresos a percibir después de la jubilación (en caso de que se acabe de pagar finalizada la vida laboral) y se tengan en cuenta los ahorros y otras propiedades.
Un cambio radical para una modalidad de tarjetas que tienen la trampa en sí misma. Se trata de ‘plásticos’ que ofrecen un crédito preconcedido y que vuelve a estar disponible a medida que se pagan las cuotas más los intereses. Una forma de financiar compras o lograr dinero rápido en donde se cobran unos intereses que, en ocasiones, llegan al 30%.
Economía apuesta también por obliga a los bancos a “evaluar” la capacidad del cliente para “cumplir” con las obligaciones derivadas del mismo, sobre la base de la información que pueda obtener “por los medios adecuados”. Así que para ‘perfilar’ al cliente se prevé que se solicite toda la documentación necesaria, se consulte el historial crediticio, se tenga en cuenta el nivel de ingresos a percibir después de la jubilación (en caso de que se acabe de pagar finalizada la vida laboral) y se tengan en cuenta los ahorros y otras propiedades.