Cuando contratas una tarjeta de crédito o débito suelen fijarse unos límites diarios, tanto para la realización de compras como para la retirada de efectivo en cajeros.
No confundas estos límites con el límite de crédito disponible, que se establece en el momento en el que la contratas, y que dependerá de la política de riesgos de la entidad y de tus circunstancias personales y de solvencia.
Los límites diarios se pueden aumentar o disminuir de forma sencilla contactando con tu entidad, presencialmente en sus oficinas, por teléfono, vía web o mediante aplicación móvil.
En todo caso, es recomendable que estos límites diarios se ajusten a tu operativa habitual y que los aumentes de forma temporal solo en caso de tener que afrontar un gasto importante, como, por ejemplo, un viaje, amueblar una casa, etc.
Además de servirte como herramienta para llevar el control del gasto, establecer unos límites bajos es una salvaguarda en el caso de que se produjese un uso fraudulento de la tarjeta. Así, si la perdieras, te la robaran o clonaran los datos, sólo podrían realizar cargos no autorizados diarios hasta el límite estipulado. Si usas banca electrónica o aplicación móvil, ponte alertas de las transacciones realizadas, de modo que compruebes en el acto si se ha hecho un cargo no autorizado y puedas informar urgentemente a tu banco para anular esa tarjeta.