La comisión inmobiliaria es la cantidad de dinero que una agencia cobra a un cliente por sus servicios de intermediación en la venta o alquiler de su vivienda. Estos honorarios no están regulados por ley, por lo tanto, cada agencia actúa en función de sus políticas y sus intereses. Además, aunque la comisión siempre suele aplicarse al cliente que recurre a la agencia para vender o alquilar la vivienda, a su vez, muchas agencias inmobiliarias añaden un porcentaje de comisión al comprador.
La comisión inmobiliaria, de manera general, supone entre un 3% y un 7% del precio de venta del piso. Sin embargo, no es posible determinar un porcentaje exacto, porque cada agencia define el importe de sus honorarios. Es decir, algunas cobran un 5% en todos los casos; otras cobran un 3% si el precio de venta del piso es alto y un 7% si el valor es bajo. Pero, como recoge este artículo en el párrafo anterior, muchas cobran honorarios tanto al comprador como al vendedor.
La comisión inmobiliaria, muchas veces, está fuera del presupuesto de los compradores. Por lo tanto, las ventas pueden caerse, o bien los compradores pueden hacer ofertas de compra por valores mucho más bajos que el precio de venta para compensar este gasto. Cuando esto ocurre, el vendedor asume la comisión del comprador de forma indirecta.
La comisión inmobiliaria se ha transformado desde la aparición de las agencias online. Desde 2016, estas proponen un nuevo modelo de negocio donde utilizan todas las ventajas de la web para vender un piso. Así, pueden abaratar costes, por lo que sus honorarios son más económicos que los de las inmobiliarias tradicionales. Se dice que son “inmobiliarias sin comisiones” porque no cobran un porcentaje sobre el precio de venta, sino que ofrecen una serie de servicios determinados con un precio fijo. Además, son hasta un 80% más baratas que las agencias tradicionales.
La diferencia va más allá del precio. Y es que los planes de las inmobiliarias digitales no incluyen los mismos servicios. Las tradicionales, con pequeños cambios según su oferta, suelen incluir: la valoración de la vivienda, el plan de marketing online para promocionar la venta, la organización y recepción de las visitas, filtrar a los compradores, negociar los términos de compra, gestionar los documentos obligatorios y redactar el contrato de arras y preparar los documentos para la venta.
La mayoría de las agencias online proponen, por ejemplo, que sea el vendedor quien se encargue de las visitas y no incluyen en su tarifa la gestión del certificado energético o de la cédula de habitabilidad (que solo es obligatoria en algunas comunidades). Para que tramiten estos documentos, el cliente tendrá que pagar una cantidad de dinero extra que, en general, no supera los 300 euros.
El momento en que se paga la comisión inmobiliaria dependerá del tipo de agencia que elija el vendedor del piso y del tipo de tarifa que contrate. En la práctica, aunque muchas inmobiliarias tradicionales afirman que cobran sus honorarios con la firma de la escritura de compraventa, lo cierto es que la mayoría cobra la totalidad o el 50% con la firma de las arras. Por su parte, en el caso de las inmobiliarias online, el momento del pago dependerá del tipo de tarifa contrata. Hay dos tipos:
-Tarifas prepago: son más económicas (oscilan entre los 1.000 y los 2.000 euros), pero el pago se realiza antes incluso de poner la vivienda en venta.
-Tarifas pospago: en general, las inmobiliarias online cobran su comisión al momento de la firma de las arras.
Por último, no debemos olvidarnos de que la comisión inmobiliaria de las agencias tradicionales se puede negociar en la mayoría de los casos. Por ejemplo, es habitual que, cuando se contrata una agencia, se defina el precio de venta del piso y el porcentaje de comisión. Pero si posteriormente el agente sugiere bajar el precio de venta, el vendedor puede negociar para bajar también la comisión inmobiliaria. Esto no significa que la agencia vaya a aceptarlo, pero muchas veces funciona y logra equilibrar los gastos del vendedor en relación con sus ganancias.