El BPI recomienda regular las criptomonedas
El Banco de Pagos Internacionales (BPI) considera que es la mejor fórmula para que esta sea efectiva y cree que las criptodivisas no pueden sustituir al dinero convencional respaldado por un banco central ya que prometen mucho, pero no siempre cumplen.
De su nuevo informe anual, el BPI adelanta que se hará hincapié en que el aumento de criptomonedas y criptoactivos exige redibujar los límites reguladores, límites que necesitan encajar una nueva realidad en la que las líneas que delimitan las responsabilidades de diferentes reguladores en las jurisdicciones se han vuelto cada vez más borrosas. Según el BPI, puesto que las criptomonedas son globales por naturaleza, sólo una regulación coordinada globalmente tiene posibilidad de ser efectiva.
Desde esta entidad se insiste en que el modelo de generación de confianza en el que se basan las criptomonedas limita su capacidad de sustituir al dinero convencional y afirma que la tecnología descentralizada en la que se basan los tokens digitales privados no puede reemplazar al sistema de bancos centrales, plenamente probado y seguro.
El uso de las actuales criptomonedas se hace más laborioso conforme aumenta el número de usuarios, a diferencia del dinero convencional, que funciona mejor cuantas más personas lo utilizan y confían en él. Además, piensan que las criptomonedas prometen mucho, pero no siempre cumplen.
El dinero tiene valor en la medida en que cuenta con usuarios, pues de lo contrario sería inservible, ya se trate de un trozo de papel con un rostro insigne o de una moneda digital. Cuanta más gente acepta el dinero como tal, más gente lo quiere utilizar, pero las criptomonedas no funcionan así, sino que cuanto más se ofrece al minero, que es el sistema de confirmación de las transacciones en una red de cadena de bloques, más posibilidades hay de que la transacción sea procesada y se ejecute el pago.
Además, las tasas por transacción varían mucho, por ejemplo, en diciembre del año pasado, en el caso del bitcoin llegaron a 57 dólares (unos 49 €), de modo que para pagar un café de 2 dólares (1,7 €) habría que añadir esa tasa, según el BPI. Y esto ocurre porque mucha gente tiene criptomonedas, entre las que se encuentra bitcoin, ethereum, litecoin o ripple, como activos y no como dinero, eso crea congestiones y además hay que pagar por mantener esos activos.
Por otra parte, el BPI alerta del desastre medioambiental que suponen por el gigantesco consumo de energía que requiere hacer una transacción descentralizada que usa la criptografía para que sean anónimas. Sólo ordenadores muy potentes pueden verificar la entrada de transacciones por lo que no son adecuadas para realizar pagos diarios minoristas.
Su valor es muy inestable porque no tienen el respaldo de un banco central emisor con un mandato que garantice la estabilidad de la moneda y, por ello, la fluctuación de la demanda se traduce en cambios en su valor, que son extremadamente volátiles, añade el BPI.
Estas monedas se han usado con frecuencia para actividades ilegales, pero como son anónimas, es difícil de cuantificar en qué medida se usan para evitar controles de capital o impuestos o para dedicarse a transacciones ilegales.
Por todo ello, el BPI también considera necesario observar la evolución de las criptomonedas para garantizar la estabilidad del sistema financiero y proteger al consumidor.